Nadie me quita de
la cabeza que llegaste a mí vida por alguna razón, pero a diferencia de esas
personas que se quedan pensando eternamente un por qué, yo me lo he inventado,
he aprovechado la oportunidad al vuelo.
Y es que ocurre a veces, que tras
muchos tropezones te llega alguien, que casi como en las películas pastelosas
americanas, desde el primer momento sabes que va a ser alguien importante,
alguien que va a marcar tu vida, y eso, lo supe desde que te abracé en la
estación aquel diciembre de 2012…
Lo
que pasa es que te encariñas, te enamoras, te ciegas y te absorbes… Tenemos
incrustada en una pequeña parte de nuestro cerebro todo ese veneno que nos han
vendido como concepto de “amor”, esa irrealidad donde tu pareja tiene que ser
adivina, psicóloga, farmacéutica, masajista, economista, un ángel caído del
cielo casi, la prolongación de tu propia persona sin más experiencia anterior,
para que tu no salgas perdiendo, sin conciencia ni cerebro propio, porque se
supone que es tu “media naranja” y debe pensar tal y como tu, un calco.
La vida real no es tan perfecta,
porque no es una película que dura 90 minutos, son días, horas, meses, años, en
los que cada experiencia nos cambia, y si elegimos a alguien y con el paso del
tiempo sentimos que algo no encaja, tenemos el derecho de seguir nuestro
camino, así de sencillo, por mucho que a
veces tratemos de complicarnos con el “lo quiero aunque no me conviene”…
La realidad de una pareja no llega
hasta que no hay convivencia, puedes tener novio o novia, alguien a quien
quieres y no lo pongo en duda, pero si cada uno está en su casa, las cosas son
mucho más sencillas. Cuando hay convivencia hay días u horas vacías, no es una
película romántica, hay mañanas en las que no te despiertan con besos y
desayunos con diamantes, y eso no significa que el amor esté disminuyendo, es
que no somos robots ni estamos en una obra de teatro para interpretar a romeo y
Julieta constantemente, habrá muchos momentos en los que quieras intimidad,
espacio, y tenemos que asumir que eso es lo sano, lo insano es estar las 24
horas pendiente de otra persona, porque el cerebro se habitúa, la cotidianidad
aplasta, y un día, puede llegar una separación y ahí llega la pregunta, ¿qué
hago con mí vida sin el?...
No podemos permitirnos esto, no
podemos creernos esos clichés, hay que hacer lo posible por destruirlos,
hay vida más allá de la pareja, y eso no
implica menos amor, sino más razón, raciocinio que le llaman…
Así que vamos a dejar de creernos
tantas historias de amor americanas en las que comen perdices voladoras, porque
estamos aquí, en el hoy, y hay cosas más importantes en las que pensar, y como
ya os dije, no se cae el mundo por nadie…
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