Un
día, cuando ya tenía el alma cansada, el cuerpo agotado y la mente en llamas de
tanto pensar, de no saber parar un problema en mí cerebro, cuando ya tenía el
suelo de la casa deteriorado de tanto pasear de un lugar al otro, con el
estómago lleno de flores y las manos llenas de nervios, el corazón con miedos y
el karma enfermo… Ese día, alguien me hizo una metáfora que logró esa chispa,
que solucionó el cortocircuito de mí cerebro…
“Busca una planta de dientes de
león, plantala en una maceta, ponla en tu balcón, y espera, deja pasar el
tiempo, cada vez que tengas una discusión con tu pareja, un roce, una salida de
tono, en la que creas que tu tienes aunque sea, parte de la responsabilidad,
sopla un diente de león… Pasarán los meses y seguramente, llegará un momento en
el que ya no quede ni un solo diente de león en pie, la planta estará desbastada,
al igual que tu interior, y tu relación habrá llegado al más estruendoso de los
fracasos… ¿culpa tuya?... Quizá…”
Estamos en la era de la inmediatez,
y una pareja es confianza, tanta, que aunque quizá estéis cada uno en un lugar
distinto, no os importe no saber qué estáis haciendo o que habéis hecho… Tal
vez alguien crea que es falta de comunicación, pero no es así, cada persona
marca sus pautas, su espacio, sus tiempos, como en la música, cada canción es
distinta y necesita ser escuchada múltiples veces como para entenderla, al
igual nos ocurre con las personas… Si en el fondo de ti sabes que cambiando la
actitud, cambian los problemas y se alejan, ¿quién te lo impide?... Relájate,
haz tu vida, trata de ser feliz, y cuando logres eso, tu pareja buscará y
querrá estar a tu lado más que nunca, si no la cuestionas, si no la interrogas,
si simplemente te conformas con su compañía y su amor, esa será la felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario