No me dí cuenta
enseguida de lo que me ocurría, al principio no sabía bien por qué me sentía
tan mal cuando tenía que alejarme de ti, no entendía la raíz de esa tristeza
por volver a casa, a mí casa, donde se supone que debería sentirme mejor, no
parecía darme cuenta de la apatía que me embargaba, disfrazada de pereza, por
salir a la calle, siempre que fuera sin ti…
Todo este proceso no se da de un
día a otro, no te acuestas un Domingo siendo libre y empiezas la semana siendo
una esclava psicológica, es algo ralentizado, que casi no se advierte ni desde
fuera… Lo mío empezó pasando cada vez más tiempo a tu lado, porque mí época
dorada en la universidad ya había dado a su fin
y tenía demasiado tiempo libre que preferí invertir en ti… No fue hasta
casi medio año después, cuando tras analizarme detenidamente, ver como actúo a
lo largo de distintas acciones, he llegado a ponerle nombre a todo este
conjunto de sentimientos que conviven dentro de mí, se llama dependencia
emocional.
Pero el conocer su nombre, aún no supone nada, sino que más bien, es
el principio de todo un largo camino, que puedes decidir andar, aunque haya
momentos en los que no seas capaz de seguirlo y lo desandes, con todas las complicaciones
que ello supone, pero del que si llegas a final, estoy segura, de que te
sentirás la persona más orgullosa del mundo, porque paso a paso se hace el
camino y cuando una idea abre una ventana en la mente, es imposible ignorarla y
volver atrás…
Amas tanto que dejas que traspase tu piel.
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